La otra noche algunos amigos y conocidos fuimos a un bar que hay en Torrent de l’Olla a tomar algo y echar unas risas. Al cabo de un rato un amigo decidió sorprender a algunos diciendo: “sabeu que aquest és de Ciutadans?” Hubo cierto murmullo, y en la discusión posterior traté de demostrar que el “nacionalismo de izquierdas” –en el que se afirmaban- no es otra cosa que una farsa de derechas apoyándome en dos afirmaciones.
La primera es que la izquierda es solidaria, y el nacionalismo pone barreras a la solidaridad. Es el rollo ese que venimos escuchando desde hace tiempo de que “los impuestos de Cataluña tienen que quedarse en Cataluña”. Todo aquel que está mínimamente alfabetizado sabe perfectamente que los impuestos no los pagan los territorios sino personas físicas y jurídicas, y que la redistribución tiene como finalidad garantizar la igualdad de oportunidades para los miembros de una comunidad política para evitar que haya desigualdades injustas.
La segunda es que todo nacionalista es reaccionario y conservador, por mucho que se pongan nombres como “Entesa catalana i de progrés”. Una nación no es –para los nacionalistas- una comunidad política, sino una especie de ente eterno formado por personas de idéntica cultura, tradición y costumbre que, por casualidad, comparten demarcación administrativa, una definición que antes que democrática es espiritual y reaccionaria. La protección de una nación así entendida no se basa en la defensa los derechos democráticos de la ciudadanía, sino en la de ese ente sagrado a adorar que es la nación. De esa forma, todo nacionalismo impone desde la coacción administrativa un modelo cultural determinado diciéndole a la gente en que lengua tiene que hablar, cuales son los bailes tradicionales o que religión tiene que profesar. La “Formación del Espíritu Nacional”: no es una nación basada en valores democráticos, sino en condiciones espirituales. Franco no ha muerto, está disfrazado.
La primera es que la izquierda es solidaria, y el nacionalismo pone barreras a la solidaridad. Es el rollo ese que venimos escuchando desde hace tiempo de que “los impuestos de Cataluña tienen que quedarse en Cataluña”. Todo aquel que está mínimamente alfabetizado sabe perfectamente que los impuestos no los pagan los territorios sino personas físicas y jurídicas, y que la redistribución tiene como finalidad garantizar la igualdad de oportunidades para los miembros de una comunidad política para evitar que haya desigualdades injustas.
La segunda es que todo nacionalista es reaccionario y conservador, por mucho que se pongan nombres como “Entesa catalana i de progrés”. Una nación no es –para los nacionalistas- una comunidad política, sino una especie de ente eterno formado por personas de idéntica cultura, tradición y costumbre que, por casualidad, comparten demarcación administrativa, una definición que antes que democrática es espiritual y reaccionaria. La protección de una nación así entendida no se basa en la defensa los derechos democráticos de la ciudadanía, sino en la de ese ente sagrado a adorar que es la nación. De esa forma, todo nacionalismo impone desde la coacción administrativa un modelo cultural determinado diciéndole a la gente en que lengua tiene que hablar, cuales son los bailes tradicionales o que religión tiene que profesar. La “Formación del Espíritu Nacional”: no es una nación basada en valores democráticos, sino en condiciones espirituales. Franco no ha muerto, está disfrazado.
2 comentarios:
Realmente das en el clavo al considerar que el nacionalismo, implícita o explícitamente, es de derechas: No se ideó la izquierda para luchar por dioses, aunque éstos sean de materia terrosa, sino para defender derechos ciudadanos.
No es que el nacionalismo ponga barreras a la solidaridad; es que ni la reconoce, ya que la confunde, en el mejor de los casos, con la caridad. Al menos, el nacionalismo catalán, que es muy de la guita.
Pues yerran quienes piensan que una nación es esa cosa extraña en la que todos comparten formas culturales, tradiciones costumbres, lengua, etc., ya que, acto seguido, son los que ofrecen en ser catalán, en este caso, a un precio de ganga; ya que sólo se precisa: vivir, trabajar y la comunión de querer serlo. ¡Jódete, patrón!
Finalmente, Sergio de mis entretelas, claro que Franco está vivito y coleando: lo han resucitado y disfrazado aquellos que se han cargado un proyecto que pretendía enfrentarse tenazmente a los nacionalismos excluyentes y que ahora es hoja de menta para abuelitos y nenes.
A la paz y en paz.
¿ a cuantos maulets convenciste?
Son tan tarugos els pobrets que ni que les pagues cuatrocientas medianas les convences...
paciencia, que eres joven.
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