HACIA UNA IZQUIERDA CÍVICA

...este planteamiento, que definimos como Izquierda Cívica, constituye el núcleo del discurso político de Ciutadans y recoge el valor humanista del liberalismo político y la sensibilidad social del socialismo democrático. Es un proyecto liberal, porque se orienta a la libertad de los ciudadanos para ser y para elegir los términos de su proyecto vital. Es un proyecto que se sitúa a la izquierda, porque no concibe una libertad efectiva sin justicia social y sin igualdad real de oportunidades para todos...

jueves, 7 de mayo de 2009

DIFICULTADES DE GESTIÓN DE LA DEMOCRACIA INTERNA, JUICIOS DE VALOR Y PROYECTOS POLÍTICOS

Leemos en Libertad Digital un cruce de artículos sobre los desencuentros que en los últimos tiempos se han producido en el partido en el que milito: Ciudadanos – Partido de la Ciudadanía. Estoy hablando, por supuesto, de esa ida y venida de réplicas y contrarréplicas que giran alrededor del artículo donde Antonio Robles escribe su opinión sobre la decisión de Ciudadanos, -partido por el que, gracias al esfuerzo de muchas personas que nos implicamos por la llamada a filas de señores de la talla de Félix de Azúa, Francesc de Carreras, Félix Ovejero o Ivan Tubau, es diputado hasta que formalice la baja que ya ha anunciado- de participar en los próximos comicios europeos en coalición electoral con la plataforma Libertas, UPS y el PSD. Lamentablemente el artículo no se queda ahí, sino que a su vez emite juicios de intenciones y valores sobre algunos compañeros.

Hay una dinámica de la que, cuando se entra, es muy difícil salir y que, al final, sólo hace que amplificarse. Estoy hablando de la dinámica del maniqueísmo, la de los buenos y los malos, sin atender que probablemente nosotros seamos tan malos para nuestros malos como buenos nos creemos todos. No es algo que no se cure con un poco de buena fe, y más razón que pasión al emitir juicios. Siempre he tratado de huir de esos juicios que acaban por ahogar las relaciones. Lo he evitado, por ejemplo, al leer la cabecera de Izquierda Liberal, página web del grupo liderado por Antonio Robles en el que se lee “Nos sobran raíces” (en el color naranja de Ciudadanos, para ser exactos) y nos faltan alas (en el color rosa del partido de Rosa Díez, también para ser exactos)”. Yo siempre he pensado que era una buena combinación de colores, y espero que el lector lo juzgue igual. Y si no he podido evitar pensar mal, al menos no lo he dicho, para no contaminar al resto de mis malos pensamientos.

Y precisamente, en Libertad Digital, Pilar Barriendos –del grupo de Izquierda Liberal- ha acusado a Javier González y al resto de miembros de la Mesa (los malos) de actuar contra el anterior Presidente del CG (el bueno). Como se refiere a una etapa en la que yo era Secretario Segundo de ese órgano, y hace pública la acusación, creo tener derecho a réplica también pública.

Todos conocemos el dicho de “piensa mal, y acertarás”. Yo sin embargo soy de la opinión de que si se piensa mal, lo más probable es que se genere un conflicto. Porque pensar mal, es justamente, juzgar intenciones. Y eso es precisamente lo que hace Pilar en su narración, juzgar intenciones. Como por ejemplo cuando insinúa que el hecho de que la Mesa aprobase por mayoría -como hasta el momento había sido la norma- el orden del día de la reunión a la que se refiere, aunque con la oposición del Presidente, se debiese a una campaña de acoso contra el mismo. Para entender que eso no es así basta conocer el funcionamiento colegiado de la Mesa, que su Presidente tiene voto de calidad en la misma, y que si lo tiene es porque se tienen que votar las cosas. Y si se apostó por ese orden del día fue porque se consideró de interés para el buen funcionamiento del partido. En cualquier caso, y porque nos creemos lo de la democracia interna, fue el Consejo en pleno el que decidió el orden del día de la reunión.

Y lo mismo sucede con sus acusaciones de censura y de eliminación de canales de participación de los afiliados en el partido. Se juzgan intenciones. Es cierto que ha habido una remodelación. Pero la realidad es que existen canales de participación telemática para cada uno de los órganos del partido, y un foro general donde cualquier afiliado, desde compañeros que no tienen responsabilidades orgánicas, a coordinadores, miembros de Federaciones, del Consejo General y Comité Ejecutivo, puede debatir sobre cualquier cosa.

La realidad nunca es plana, es compleja. Y desde luego no voy a negar que haya cosas mejorables en Ciudadanos. Pero el impulso de los manifiestos fundacionales sigue latente. Reivindican la recuperación de los conceptos de libertad, igualdad, ciudadanía, laicismo y bilingüismo en Cataluña. Y eso acabó transformándose en un partido progresista, de centroizquierda, que sintetiza lo mejor de los movimientos liberales y socialistas, que se convierte en la herramienta con la que dibujar el sueño de una España en la que una democracia social sea posible. Un partido que persigue un objetivo político. Un objetivo político que pasa por la reivindicación del Estado como herramienta útil para las personas y por desmontar el mito nacionalista de que por la senda de la fragmentación de la comunidad política se pueden alcanzar mejores cotas de bienestar. Desde la racionalidad. Un objetivo político que pasa por dedicar todos los esfuerzos posibles a evitar que ningún ciudadano español se encuentre en inferioridad de condiciones por haber nacido en una u otra región o por disponer de pocos recursos económicos. Desde la justicia social. Un objetivo que pasa por denunciar los intentos de manipulación de la ciudadanía a través de los medios de comunicación, por la derrota de los discursos identitarios y por garantizar el derecho a utilizar la lengua oficial del Estado en cualquier rincón del país, sin sanciones lingüísticas, para que no se pongan trabas a la movilidad de los ciudadanos. Desde la libertad. Un objetivo político que pasa por construir una Europa política y social, y no por destruir la España constitucional. Desde el optimismo.

Por eso, a aquellos que hayan seguido el culebrón interno, les animo a comprender que un partido como Ciudadanos conlleva unas dificultades de gestión consustanciales a la democracia interna. Y que nos podemos quedar con esos problemas, y magnificarlos -con la inestimable colaboración de ciertos medios de comunicación que responden a sus propios intereses- o fijar la mirada en la trayectoria política seguida hasta el momento y confiar en que la transformación política que se persigue es posible. Porque al final, más allá de los juicios de intenciones de determinados medios y personas, lo que al final queda son nuestros actos, nuestro ideario y nuestros programas electorales. Y esos son los elementos a juzgar para confiar o no en los proyectos políticos.

Salud

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