Las JERC han replicado a ese comunicado diciendo que pretender que se detenga ese homenaje es propio de “tiempos pasados y de dictaduras antidemocráticas, fascistas y sanguinarias como la franquista”. Pero en realidad, lo que nada tiene de democrático es el terrorismo, que trata de imponer las ideas no por la razón sino a través del asesinato. Y son ellos los que brindan un homenaje a un tipo que participó en la fundación de una banda armada en una democracia incipiente, como lo era la española a finales de los años 70.
Lo que sí que tiene mucha guasa es que un partido que defiende un concepto de nación muy parecido a la coña aquella de la “unidad de destino en lo universal” acuse al partido en el que milito de “fascista y franquista”. Porque cuando la nación es un concepto cultural y no político, la defensa de la nación no se basa en la defensa de los derechos cívicos y sociales de la ciudadanía, sino en la protección de los rasgos culturales venerados por los nacionalistas. Por eso su reflexión sobre el modelo institucional no responde a una racionalización que permita hacerlas más eficientes sino a la mitificación del pasado. Y eso deja muy claro quiénes son los que viven en tiempos pretéritos, y quienes somos los que vivimos en el presente. Porque esas ideas de ERC nada tienen de progresistas y todo lo tienen de conservador.
Pero, aparte de eso, lo que resulta indignante es que haya quien considere de izquierdas a un partido tan reaccionario como ERC que basa su discurso en la típica demagogia patrioterista. Demagogia patrioterista que sirve como cortina de humo para ocultar las dificultades y retos reales a los que se enfrenta la sociedad. Retos que se nos presentan con mayor contundencia, si cabe, en estos momentos de profunda crisis económica que se ve agrava, también, por la permanente crisis institucional que sufre España por las dinámicas fragmentadoras de los nacionalismos y la poca talla política de los grandes partidos. Y mientras tanto, el “Tripartit” va abriendo esas costosas embajadas que sirven para colocar a hermanos y amigos, demostrando así que, o bien Cataluña va sobrada de recursos o bien que les gusta despilfarrar el dinero en lo accesorio. Y si sólo fuesen las embajadas todavía…
Y aunque estoy machacando mucho a ERC, lo cierto es que no me caen tan mal. No me caen tan mal porque no traicionan a sus votantes. Creen en sus cosas –como también tienen sus creencias los del Opus- y son consecuentes con ello. Otra cosa es que los considere unos flipaos. Pero los que me caen realmente mal y son los que considero unos traidores a la que debía ser en algún momento su causa, son los del PSOE: recogen el voto de las personas de izquierdas y centro-izquierda en España y, sin embargo, ni dan solución a los retos de la sociedad desde posiciones progresistas, ni denuncian la incompatibilidad del nacionalismo con el progreso social ni velan por el buen funcionamiento de las instituciones. Se esconden tras otras cortinas de humo para estar en el poder, omitiendo que un Estado sólo tiene sentido si va a servir materialmente al bienestar de sus ciudadanos. Y mientras tanto, a socializar las pérdidas. No me extraña que el PP tenga dificultades para hacer oposición al PSOE sobre la crisis… se estarían haciendo la oposición a ellos mismos. Pero los del PP tampoco me caen tan mal. A los que no trago son a los del PSOE, IU y los satélites regionales de ambos. Por traicionar los valores de la izquierda.
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