Si Pablo Iglesias levantase la cabeza sentiría un profundo desagrado con la trayectoria del sindicato que fundó en Barcelona en el contexto de la Exposición Universal de 1888. Y es que, una vez más la UGT -a aquellos que todavía tenemos un sentido de lo que significa ser de izquierdas- se nos indigesta cuando se aproxima la misa del gallo de la religión catalanista. Porque si bien, las raíces de ese sindicato se alimentaban de ideas marxistas -y por tanto en la confrontación de clases- ahora están vendidos al discurso profundamente reaccionario del nacionalismo gobernante.
Afirman que para construir la “Cataluña del s. XXI” hay que reclamar “un modelo justo de financiación”. Pero la concepción de justicia la de estos señores es falaz; lo que ellos llaman justo es precisamente lo contrario a lo que se entiende por “justicia social”. Y es que aunque puedan mantener una cierta retórica progresista, heredada de cuando aún eran de izquierdas, hay elementos fundamentales en su discurso que les sitúan en las antípodas de la visión internacionalista, libertaria e igualitaria de la izquierda.
Pero UGT utiliza también la publicación de las balanzas fiscales en contra de la redistribución de la riqueza. A estos señoritos cabría recordarles que no son los territorios los que pagan, sino las personas. Y entre las personas, hay distintas clases económicas. Parece mentira que lo hayan olvidado. Simplificándolo mucho, hay ricos y hay pobres. Y efectivamente, los ricos tienen una balanza fiscal negativa con el fisco. Y los pobres, reciben más de lo que aportan. A eso se le llama justicia social, porque el Estado está precisamente para garantizar un marco de convivencia en el que se den las condiciones de justicia, libertad e igualdad que permitan la emancipación del individuo. Es decir, de determinar sus vidas como ciudadanos responsables. Para ello, el origen social no debe ser causa de desigualdades. Y por ello algunos defendemos sin vacilación una serie de servicios públicos y medidas fiscales que impidan la exclusión social de los que no han tenido la suerte de nacer en una familia pudiente.
Y en España, como en cualquier otro país, el Estado (en sus tres niveles de la administración: nacional, autonómica y local) es la herramienta para conseguir ese escenario. Pero hablar de la integración de Cataluña en España desde la izquierda es algo parecido a escuchar a un mecánico hablar de la integración de las ruedas en los coches. ¿Pero para que hablar de confrontación de clases si se pueden confrontar distintos niveles institucionales y vivir de ese momio?
El 11 de Septiembre todos al acto de C’s.
Afirman que para construir la “Cataluña del s. XXI” hay que reclamar “un modelo justo de financiación”. Pero la concepción de justicia la de estos señores es falaz; lo que ellos llaman justo es precisamente lo contrario a lo que se entiende por “justicia social”. Y es que aunque puedan mantener una cierta retórica progresista, heredada de cuando aún eran de izquierdas, hay elementos fundamentales en su discurso que les sitúan en las antípodas de la visión internacionalista, libertaria e igualitaria de la izquierda.
Pero UGT utiliza también la publicación de las balanzas fiscales en contra de la redistribución de la riqueza. A estos señoritos cabría recordarles que no son los territorios los que pagan, sino las personas. Y entre las personas, hay distintas clases económicas. Parece mentira que lo hayan olvidado. Simplificándolo mucho, hay ricos y hay pobres. Y efectivamente, los ricos tienen una balanza fiscal negativa con el fisco. Y los pobres, reciben más de lo que aportan. A eso se le llama justicia social, porque el Estado está precisamente para garantizar un marco de convivencia en el que se den las condiciones de justicia, libertad e igualdad que permitan la emancipación del individuo. Es decir, de determinar sus vidas como ciudadanos responsables. Para ello, el origen social no debe ser causa de desigualdades. Y por ello algunos defendemos sin vacilación una serie de servicios públicos y medidas fiscales que impidan la exclusión social de los que no han tenido la suerte de nacer en una familia pudiente.
Y en España, como en cualquier otro país, el Estado (en sus tres niveles de la administración: nacional, autonómica y local) es la herramienta para conseguir ese escenario. Pero hablar de la integración de Cataluña en España desde la izquierda es algo parecido a escuchar a un mecánico hablar de la integración de las ruedas en los coches. ¿Pero para que hablar de confrontación de clases si se pueden confrontar distintos niveles institucionales y vivir de ese momio?
El 11 de Septiembre todos al acto de C’s.
3 comentarios:
Així que paguen les persones. Vaja, i jo que em pensava que els meus impostos no podien anar a parar més avall de Cádiz ni més amunt de La Jonquera...
Em sembla que a partir d'ara demanaré que tots els meus diners vagin a parar als pobles del Rif (Marroc) on són mooolt més pobres que els extremenys o els andalusos. Creus que Espanya m'ho acceptarà?
He de suposar que sí perquè ells, com tu, diuen que són les persones i no els territoris els que paguen. I doncs no tindran cap problema per enviar els meus impostos a aquelles persones que més ho necessitin, no?
Com que Espanya també és un territori (oi?) doncs millor que ho fem així. Quan ho incloureu al programa electoral?
Hipòcrites!
Apreciat estúpid (no t’han dit mai que dius moltes estupideses?),
efectivament els impostos els paguen les persones. Els espais de redistribució de la riquesa son les comunitats polítiques, i per tant, com més grans son aquestes comunitats més grans són els espais de la redistribució i més abracen. La nostra comunitat política és Espanya, amb tot el seu desenvolupament administratiu. La redistribució de la riquesa funciona sempre i quan tots els membres de la comunitat política tenen igualtat de drets i obligacions. Igualtat a l’hora de rebre els fruits de la redistribució, i igualtat a l’hora de pagar els impostos; impostos que cadascú paga en funció de la seva capacitat econòmica, i que rep en funció de les seves necessitats.
Acabes d’escriure unes estupideses grans com el Camp Nou (per posar nom a un temple contemporani). I si no és una estupidesa, llavors és que tu si que pagues el tribut del vici a la virtud.
Salut!
Ah, clar, és veritat, que en aquest cas sí que esteu a favor de l'status quo. Com que la "comunitat política" s'acaba a unes fronteres determinades doncs, ah "se siente". Per tant, he de deduir que això a tu ja et va bé i que, per tant, estàs d'acord que es territorialitzin els impostos. Noi, t'estàs contradient.
ps: què, bé la minimanifestació "nacional"? hehe
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